¿Alguna vez te has parado a escuchar cómo te hablas? Con mucha frecuencia nos llegan a consulta personas que dicen sentirse mal, agotados, agobiados, con inseguridades… a lo largo de las sesiones vamos pudiendo ver como en un porcentaje muy alto de los casos las personas se mandan mensajes hacia sí mismas muy exigentes, negativos, pesimistas e injustos.

Por eso, hoy queríamos hablar un poco sobre qué es la autoexigencia, de dónde puede venir y os planteamos un ejercicio práctico para que podáis hacer y ver qué mensaje os mandáis.

La autoexigencia es el mensaje interno que nos damos a nosotros mismos sobre los objetivos o expectativas que nos marcamos y cómo los llevamos a cabo. Cuando hablamos de autoexigencia no hablamos de mensajes internos neutros, si no de exigencias, “deberías”, “tendrías” y críticas que nos hacemos a nosotros mismos. Este lenguaje interno que utilizamos suele formarse a lo largo de nuestra vida, pero habla mucho de nuestra infancia y de cómo las figuras que nos han educado (cuidadores, profesores, hermanos, padre, madre, sociedad, contexto y cultura) nos han transmitido lo que se espera de nosotros, lo que debemos o no debemos hacer, pensar, sentir, estar. En algunas personas esta autoexigencia es más neutra, manejable y consciente, pero en otras es muy rígida y dura, llegándose a mandar mensajes muy hirientes, exigentes y de manera habitual. Esto último es lo más complicado de nuestra crítica o exigencia, que al ser algo que hemos escuchado siempre o durante muchos años, porque la hemos oído desde fuera, la hemos interiorizado y la hemos hecho nuestra. Muchas veces no nos damos cuenta de cómo nos hablamos, porque estamos muy acostumbrados a esto y lo normalizamos. Por ello, un ejercicio que hacemos mucho en sesión es mirar cómo nos hablamos. Parar un momento e intentar ver cómo nos dirigimos hacia nosotros mismos. ¿Me digo más cosas buenas o malas? ¿eso que me digo malo cómo es? ¿con qué frecuencia se da? ¿me ayuda? ¿dónde o de quién lo aprendí? ¿me es útil o me ayuda? ¿qué me ayudaría en vez de este mensaje?

Estas preguntas son bastante significativas para saber qué lenguaje utilizamos con nosotros mismos. Muchas veces nos tratamos peor a nosotros que a los demás y nos decimos cosas que a otras personas nunca diríamos. Entonces, ¿por qué si con los demás no soy tan radical, exigente, brusca o dañina si puedo serlo conmigo?

Te invitamos a que puedas hacer este ejercicio y ver qué sale de todo esto. ¿Cómo te has sentido? ¿es lo que esperabas? Si te has percibido demasiado dura/o quizá tengas que hacer ciertos cambios contigo misma/o y cuidar ese lenguaje. En definitiva, cuidarte a ti.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *