La frustración, el miedo y la incertidumbre, son las emociones que más se pueden ver en muchos jóvenes al finalizar sus estudios universitarios. Con una amplia formación que incluye carrera y uno o varios másteres, encuentran muchas dificultades a la hora de encontrar empleo por la demanda no solo de formación, sino también de años de experiencia por parte de las empresas. Ofreciendo además salarios que no permiten una vida independiente.
La amplia formación que se demanda actualmente y los años de experiencia que tienes que conseguir trabajando por niveles económicos significativamente bajos, hacen que los jóvenes actualmente, no se puedan independizar hasta edades más avanzadas de lo que se hacía antiguamente. Esto supone un malestar significativamente alto para muchos, sobre todo para aquellos que no tienen del todo claro en qué se quieren especializar, o que deciden cambiar de carrera o profesión porque no les convence su primera elección. Esto hace que los años de formación se alarguen, y por tanto, terminen más tarde los estudios y los años de experiencia demandados por parte de las empresas. Todo ello, muchas veces va ligado a sentimientos de vergüenza y miedo al juicio por parte de los demás al no estar alcanzando lo esperable a nivel social.
El problema de estos tiempos que se establecen socialmente, que marcan lo que es esperable, es que los interiorizamos y pasan de ser una exigencia social a ser algo que nos exigimos nosotros mismos a nivel individual.
Por tanto, si no cumplimos con estos objetivos, aparecen profundos sentimientos de inseguridad e inferioridad, que nos llevan en muchas ocasiones a compararnos con los demás. Esto tiene como consecuencia sensaciones de fracaso, ligadas a la emoción de culpa al ver que no logramos conseguir lo que se espera de nosotros, tanto por nosotros mismos como por los demás.
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