Esta herida aparece ante figuras que nos han traicionado. Cuando hablamos de traición, no tiene por qué ser algo hecho a propósito o con mala intención, si no que son hechos que hemos vivido como amenazantes y que han roto nuestra confianza en nuestro cuidador o persona referente. Puede ser por ejemplo un padre o una madre que siempre contaba nuestras intimidades en público y nos hacía sentir muy avergonzados, o que contaba nuestros secretos a pesar de haberle dicho que no querías que eso se contase.
Se produce por tanto un miedo profundo a ser traicionado. Hay una duda constante a la seguridad en el vínculo con otro, apareciendo frases del tipo “no puedo confiar en nadie, me van a traicionar, me van a hacer daño” “si me acerco demasiado me la van a jugar”. También pueden ser familias en las que estos comentarios de desconfianza al mundo se refuerzan mucho, y se puede crear esta herida desde el miedo a que me traicionen o me hagan daño, aunque esa traición no se haya producido. Es decir, si en nuestra familia se producen comentarios en los que hablan de lo peligroso que es el mundo, en la necesidad de desconfiar de las personas externas a la familia porque pueden dañar (siendo el único lugar seguro la familia), se puede producir el mismo miedo intenso a ser traicionado aun sin haber experimentado esta traición.
Cuando hemos vivido experiencias como las narradas anteriormente, la forma que tendremos de vincularnos con el mundo será de mucha desconfianza, de miedo, de estar en alerta con las personas, pendiente de las señales de los demás por si algo nos confirma que esa traición puede darse. Es muy frecuente también los celos en la pareja o en relaciones sociales, el control de la otra persona, la dependencia para confirmar que no me va a traicionar porque estoy todo el rato apegado a ella. Si mi diálogo interior es que me van a traicionar, estaré pendiente a todas las señales que puedan hacer que esto se cumpla, aunque en su gran mayoría no sean así. Por ejemplo: chequeando las redes sociales, estableciendo un continuo contacto y pendiente de cuándo me contesta o no la otra persona, etc. Debajo de este miedo suele haber una necesidad muy grande de afecto y seguridad. Esas traiciones se dieron en un momento de nuestra historia, pero eso no indica que se tengan que dar con otras personas en la actualidad. Es muy importante la comunicación de estas heridas con las personas de nuestro entorno y el cuidado de éstas cuando aparece la inseguridad y el miedo, para así poder ir desconfirmando que esa traición se produce siempre en el contacto con el otro.
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