Esta herida se produce generalmente cuando hemos tenido a nuestro alrededor figuras cuidadoras que eran muy perfeccionistas o que no tenían tiempo para reconocer o valorar nuestros logros. Encontramos a figuras que quizá cuando su hijo le va a enseñar un dibujo que ha hecho el padre/madre no valora ese esfuerzo, creatividad, disfrute… del niño, si no que tienen una respuesta pasiva (no atienden al dibujo, le quitan importancia…) o una respuesta de no es suficiente de manera constante (“ay que bonito, pero mira fíjate aquí que esto está mal coloreado”). Este tipo de ejemplos mantenidos en el tiempo y a lo largo del desarrollo de la persona, generan en el niño, que posteriormente será adulto sentimientos de rabia o vergüenza cuando no nos sentimos reconocidos o valorados por el otro. El adulto reexperimenta con otras figuras o con las mismas la sensación que sentía de pequeño cuando no se le reconocía o valoraba por sus pequeños logros, sintiéndose muchas veces insuficiente.

Es paradójico, pero en esta herida también podemos encontrar personas que han recibido excesivo refuerzo por sus logros o resultados y no tanto por el proceso o por el hecho de ser. Son niños que de pequeños sus cuidadores siempre se han fijado en el resultado de las cosas y si este resultado era bueno había reconocimiento o refuerzo, si no, no lo había. Estas personas cuando son adultas suelen ser muy dependientes del refuerzo o de la aprobación del otro. Por ejemplo: no hago tal cosa hasta que esta persona no me diga que esto está bien hecho o no tomo X decisión hasta que no me refuercen y me digan que está bien. Son personas que necesitan la mirada del otro, igual que les pasó con sus cuidadores principales, porque no les han mirado o valorado por cómo son ellos haciendo mal o bien las cosas o siendo como son, si no que les han valorado las notas, los resultados, la perfección, el éxito… y ahora si no consiguen eso sienten que no son merecedores de valor. Hay un vacío en mí y se llena cuando el otro me mira, si no me mira siento esa sensación intolerable que me conecta con mi sensación de la infancia.

Si al leer este blog algo te ha resonado o te has sentido identificado, puede que algo de esto esté presente en tu historia. Esta herida igual que otras se trabajan en el proceso de terapia, entendiendo por qué en la actualidad nos afectan tanto la valoración o mirada externa, viendo de dónde viene, entendiendo a ese niño que fui y siendo compasivo y cuidadoso con ese daño. Si tienes alguna duda o buscas psicólogo por la zona del Retiro contacta con nosotras.

2 respuestas a “Herida de reconocimiento”

  • Siento que tengo esa herida mi esposo me la despierta constantemente busco su aprobación o mirada igual me pasa cuando hago por ejemplo una torta un dulce equis comida me esfuerzo y siempre siento que necesito que me digan que está bien que está bonito que todos estará bien por qué me pongo nerviosa y con ansiedad

    • ¡Hola Sarai! Qué bien que te des cuenta e identifiques cómo te sientes cuando esto ocurre. Entendemos que es muy doloroso sentirte así. Si esto es algo que te causa un malestar diario no dudes en pedir ayuda con algún profesional para poder explorar de dónde viene esa herida y cuidarla.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *