En los últimos blogs estamos haciendo un recorrido por las principales heridas nucleares que existen y que nos solemos encontrar en terapia.

La herida de humillación suele formarse en la infancia cuando en la relación de apego el niño siente que sus padres o figuras de apego principales le desaprueban, critican o avergüenzan de manera persistente y mantenida en el tiempo.

Esto afecta de manera directa a su autoestima. Los niños pueden haber experimentado estas sensaciones de sentirse ridículos por muchas causas y en muchos contextos. Aunque en psicología, en términos generales, es difícil establecer relaciones causa-efecto, en este caso podemos asumir que cuanto más generalizadas hayan sido las experiencias de humillación (se han dado en varios contextos en lugar de solo en uno. Por ejemplo: familia, colegio, amigos…) más profunda puede ser esta herida nuclear y por lo tanto mayores consecuencias va a experimentar la persona.

Estos niños también construyen una autoestima frágil y van a poner mucho empeño en sentirse útiles, valorados y capaces ya que en muchas ocasiones su autoconcepto, es decir, lo que él/ella piensa de sí mismo va a depender de la imagen que los demás tengan de él. Estas personas suelen sentirse inseguras a la hora de enfrentarse a situaciones nuevas, retos, nuevas relaciones o parejas, llegando incluso a ridiculizarse a sí mismos ante alguna de sus respuestas o conductas. Esto es así puesto que cuentan con una “voz interiorizada” que les dice que no van a ser lo suficientemente buenos, que son ridículos, poco importantes o incapaces.

En los adultos, cuando la persona contacta con esta herida (que a veces lleva consigo un componente traumático), pone en marcha defensas como la evitación, la disociación, la ira y la sumisión, entre otras. Estas personas tienen una tendencia de olvidarse o dejar de lado sus propios deseos  y necesidades, primando las de un otro, creyendo (aunque a veces de manera inconsciente) que así se están ganando su validación y su cariño. En terapia es habitual encontrar a pacientes que presentan rasgos de ansiedad o depresión y que tienen esta herida y esta emoción de base.

Si al leer este blog algo te ha resonado o te has sentido identificado, puede que algo de esto esté presente en tu historia. Esta herida igual que otras se trabajan en el proceso de terapia, entendiendo por qué en la actualidad estamos tan conectados con la emoción de vergüenza, solemos olvidarnos de nuestras propias necesidades o deseos, o nos esforzamos mucho por cumplir las expectativas de los demás. El trabajo va encaminado a  ver de dónde viene todo esto, entender al niño que fui y aprender a ser compasivo y cuidadoso con ese daño. Si tienes alguna duda o buscas psicólogo por la zona del Retiro contacta con nosotras.

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