Seguro que más de una vez hemos escuchado que en la infancia y en la adolescencia no hay motivos para que una persona se quiera quitar la vida, o es algo que vemos muy lejano y que alguien cercano nunca tendría ideas relacionadas con el suicidio. También es muy común escuchar que en los adolescentes no hay intentos de suicidio reales, sino que son llamadas de atención.

Según la OMS, el suicidio es la primera causa de muerte violenta, por delante de los homicidios y conflictos bélicos. En España, es la segunda causa de muerte no natural entre los 15 y 25 años, y estudios de seguimiento de adolescentes que han realizado un intento de suicidio, muestran que el 10% se suicida dentro de los 10 años siguientes.

Es muy común tener ideas erróneas sobre el suicidio debido al estigma social que existe respecto a este, y ello conlleva que sea algo en lo que no se educa. Este estigma nace por un lado de la alta correlación que tiene el suicidio con sufrir un trastorno mental grave, que son personas que ya sufren un estigma social asociado al pensamiento de que son “personas que están locas” debido a la alta desinformación por parte de la sociedad en este campo. Por otro lado, la muerte es un concepto tabú en nuestra sociedad y no se ve como algo más que forma parte de la vida de cada uno, y esto trae como consecuencia que tomar la decisión de morirte se vea como algo cobarde o se le quite importancia.

Todo esto conlleva a que la propia persona que tiene ideas de suicidio tienda a esconderlo o incluso no pedir ayuda por no sentirse juzgada. Por ello, es importante visibilizar el suicidio y poder educar tanto en él como en la muerte para poder llevar a cabo una adecuada prevención.

Y a como padres y madres… ¿Qué señales nos pueden alarmar?

– Hacer afirmaciones suicidas: si nuestro/a hijo/a realiza afirmaciones suicidas o amenaza con ello, no lo tomemos como llamadas de atención, sino como una forma de mostrar que necesita ayuda. A veces las ideas suicidas no llevan una predisposición real al suicidio, pero el sufrimiento de la persona es real y por ello es importante atenderlo o buscar ayuda profesional.

Regalar pertenencias de manera masiva: suele ser un indicador de planificación del suicidio.  

Distanciarse de familiares y amigos: si vemos que durante un tiempo nuestro hijo se aísla socialmente tanto de su familia y amigos, no hace ninguna actividad de las que le gustaban previamente, come y duerme poco… suelen ser indicadores de depresión o estado de ánimo depresivo y ello en algunas ocasiones conlleva ideas de suicidio.

Agresividad: en muchas ocasiones, en los adolescentes, la agresividad es un indicador depresivo.

Estos indicadores por separado no tienen por qué implicar que nuestro/a hijo/a tenga ideas suicidas o riesgo de suicidio, pero es importante estar alerta y escuchar a los adolescentes y pedir ayuda a un profesional en caso de que veamos algún riesgo.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *