La ansiedad es un término que está muy extendido en la sociedad y es muy común ver que se habla de ella como si fuera algo que le ocurre a la mayoría de las personas durante su vida. De hecho, si hacemos una encuesta aleatoria, probablemente un altísimo porcentaje de personas respondería que ha sentido ansiedad alguna vez.

Además, también es muy común encontrarnos con demandas de pautas que nos permitan liberarnos de esa ansiedad que nos genera angustia y que no sabemos cómo abordar, o incluso personas que creen que la única forma de aliviar el malestar es mediante la vía farmacológica. Sin embargo, ¿Podemos realmente utilizar unas pautas que nos quiten la ansiedad si no entendemos realmente lo que nos la está generando?

Como os hemos comentado en diversas ocasiones, la ansiedad es un miedo que no está siendo escuchado y nuestro cuerpo reacciona como un mecanismo de protección, obligándote a mirar qué ocurre dentro de ti. Sin embargo, si profundizamos un poco más en este aspecto, existen diferentes factores que influyen en que no nos paremos a escuchar al miedo que termina desembocando en síntomas de ansiedad.

Por un lado, por naturaleza, el ser humano tiende al bienestar y evitar todo aquello que le produce sensaciones desagradables, como pueden ser emociones como la tristeza, el enfado o el miedo. Muchas veces a lo largo de nuestra vida, vivimos situaciones que nos provocan un malestar tan intenso, que nuestro cerebro bloquea la emoción y aparece en otros momentos de nuestra vida en forma de síntomas de ansiedad

Además, socialmente tiende a castigarse la expresión de las emociones y sentir emociones que generan malestar. Muchas veces cuando sentimos una emoción que nos resulta desagradable, el entorno trata de aliviar ese sentimiento invalidándolo o tapándolo, y el mensaje que envían estas acciones es que sentirte así no está bien y tienes que intentar evitarlo.

Por último, muchas veces el malestar que nos genera una emoción es tan intenso, que aparece una emoción diferente que nos permite evitar sentirnos tan mal. Por ejemplo, si discutimos con un buen amigo nuestro puede que en un primer momento sintamos ese enfado tras la discusión, pero después nos puede aparecer por debajo la tristeza por dejar de tener contacto con esta persona. El problema de que esto ocurra es que reaccionamos a la emoción equivocada, sin escuchar a la necesidad real.

Por todo ello, es importante que si tenemos síntomas de ansiedad, no solamente utilicemos estrategias que reduzcan nuestro malestar a corto plazo, sino que podamos hacer un trabajo personal profundo que nos ayude a conocer el origen de nuestro malestar.

Si tienes dudas sobre la ansiedad, contacta con nosotras sin compromiso.

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