La maternidad y la paternidad son procesos complejos que remueven internamente a las personas; los principios, valores e ideas que tiene alguien acerca de cómo va a educar a sus hijos pueden verse truncados al chocar con una realidad diferente a la que ellos esperaban.

Si exclusivamente nos fijamos en la imagen de la parentalidad que reflejan medios y películas podemos tener una idea idealizada y utópica de en qué consiste esta tarea de ser padre o madre. Podemos pensar que la crianza va a ir siempre asociada a un bienestar y a una felicidad plena. Y aunque en muchos momentos esto pueda ser verdad, también es cierto que este proceso esta plagado de inseguridades, frustraciones y retos. Esto suele estar relacionado con que nosotros no somos los padres que esperábamos ser o nuestros hijos no son los hijos que nosotros esperábamos que fueran.

Cuando una pareja espera un hijo inevitablemente se va imaginando cómo va a ser el bebé, a quién se parecerá más, si será deportista, si le gustará leer o si disfrutará haciendo puzles tanto como lo hacia su padre.

Este ejercicio de imaginación es importante, y entre otras cosas, ayuda a los padres a sentirse más cerca de su hijo y a comenzar a crear un vínculo con él, incluso aunque todavía no haya nacido. Junto a todas estas preguntas, también se dan algunas afirmaciones, hay padres que tienen claro que hablaran en inglés al bebé desde el principio para que tenga un buen nivel, mientras que otros están seguros de que sacará buenas notas y llegará a estudiar en la universidad.

Además, todos los padres, en el momento en el que comienzan a serlo comienzan a revivir su propia experiencia temprana con sus progenitores. De esta manera, pueden querer o bien replicar o bien evitar a toda costa ciertos aspectos de su propia crianza y de su vida.

 “Mi madre siempre fue demasiado autoritaria conmigo, yo quiero ser mucho más cercano con mis hijos, quiero que confíen en mi como un amigo”, “Yo quiero que mi hija estudie en la universidad puesto que yo no tuve la oportunidad”, “Yo de adolescente era muy rebelde, pero no voy a permitir que mi hijo cometa los mismos errores que yo”.

Estas afirmaciones, pueden presentarse de manera más o menos consciente, pero van formándose poco a poco en nuestras mentes y nos van a afectar y a influir a la hora de relacionarnos con nuestros hijos, puesto que son expectativas que tenemos desde su nacimiento.

Así, los hijos llegan al mundo ya cargados con una mochila llena de todas las expectativas que sus padres tienen sobre cómo se van a comportar y quiénes va a ser.

A veces, estos padres pasan momentos realmente difíciles cuando se van dando cuenta de que sus hijos no son como a ellos les hubiese gustado. A veces, estos hijos pasan también momentos muy difíciles intentando alcanzar las expectativas inalcanzables que sus padres tienen sobre ellos.

Desde Aliara Psicología os invitamos a reflexionar sobre las expectativas que teníais o seguís teniendo sobre vuestros hijos, y sobre vuestra maternidad paternidad.

Podéis contactarnos a través de correo electrónico o móvil.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *