“El hombre que puede vivir en un contacto significativo con su sociedad, sin ser tragado completamente por ella y sin retirarse completamente de ella es el hombre bien integrado”.
Esta frase la dijo Fritz Perls, en su libro “El enfoque gestáltico” e introduce el tema que vamos a desarrollar a continuación. Nos vamos a centrar en hablar del malestar resultante de la compleja interacción que se produce inevitablemente entre medio e individuo, y en los mecanismos que ponemos en marcha para evitar el contacto con el dolor.
Hay cuatro principales maneras o mecanismos:
- Confluencia: Los sujetos que funcionan desde este mecanismo, tienen dificultades para diferenciarse de su entorno (amigos, pareja, grupo social de pertenencia…). Estas personas no suelen expresar sus necesidades, poner límites o enfrentarse a sus conflictos y parece que “todo les viene bien”. En muchas ocasiones, esta manera de actuar y de relacionarse con su entorno les genera mucha rabia y resentimiento.
- Introyección: Incorporamos elementos de nuestro entorno (familia, amigos, sociedad) que pueden ser exigencias, creencias o principios, sin filtrar y sin contrastar con nuestras propias ideas/experiencias. ¿Cómo tiene que ser una buena hija? ¿Cómo se gestionan las cosas en mi familia? Vamos adquiriendo estos introyectos a medida que crecemos y que nos relacionamos con el medio. Hay veces que estos introyectos pueden generar ansiedad e incomodidad. Por ejemplo: Si yo durante toda mi infancia y adolescencia he escuchado que nunca se puede decir nada que contradiga a un jefe, puedo verme envuelta en una situación en la que mi necesidad (de protección, de poner límites sanos) choque con esta creencia que he incorporado durante años. Otro ejemplo que podríamos encontrar es el siguiente: Si yo durante toda mi infancia y adolescencia he escuchado/visto/aprendido que para ser una buena persona tengo que entregarme al cuidado y al servicio a los demás. Cuando me vea sobrepasada a la hora de cuidar a alguien, el priorizar mi necesidad me puede suponer un conflicto grande.
- Proyección: Cuando proyectamos, tendemos a hacer responsable al otro de lo propio (al contrario que en el mecanismo de introyección). Todo aquello que yo no tolero (ya sean cosas positivas o negativas) lo coloco en los demás. Por ejemplo: yo soy muy desordenado y suelo dejar todo por el medio, al pensar en mi compañero que es organizado y ordenado digo: “Este chico es un histérico y un maniático del orden”. Este es un mecanismo difícil de identificar en nosotros mismos, puesto que muchas veces hacemos esto precisamente con nuestros puntos ciegos (aquellas actitudes o creencias que tenemos, pero que no somos capaces de ver en nosotros mismos), pero podemos descubrirnos atribuyendo a causas ajenas todo lo que nos pasa, con poca sensación de control sobre nuestras propias vivencias y actuaciones.
- Retroflexión: Mecanismo que funciona basándose en la autoagresión (formas que tenemos de dañarnos a nosotros mismos, con mayor o menor consciencia). Algunos ejemplos de esto pueden ser: el que yo no me defienda o ponga un límite cuando alguien me esté tratando mal; que yo suela dejar sistemáticamente mis necesidades y deseos en un segundo plano; fumar; sobrecargarme con más tareas de las que puedo asumir….
Estos son algunas de las formas que tenemos de actuar y que perjudican nuestra salud o nuestro bienestar emocional, pero no son todas. Si te has sentido identificado con alguna y te apetece aprender más sobre ellas o comenzar un trabajo terapéutico para encontrarte mejor, no dudes en ponerte en contacto con nosotras.