Las “Altas Capacidades” se refieren a la condición de tener habilidades cognitivas, creativas o académicas por encima de la media en comparación con la población general de esa edad.

No existe un estándar único o universal para determinar qué cociente intelectual (CI) hace que una persona sea considerada de altas capacidades, sin embargo, generalmente se considera que un CI por encima de 130 o 135 en pruebas de inteligencia como el WISC (Escala de Inteligencia de Wechsler para Niños) o el WAIS (Escala de Inteligencia de Wechsler para Adultos) puede indicar la presencia de estas.

Es importante recordar que el CI sólo mide algunos aspectos de la inteligencia, y no abarca todas las capacidades y habilidades que puede tener una persona. Howard Gardner afirma que la inteligencia no se limita sólo al área cognitiva, y por lo tanto no se puede medir exclusivamente con el cociente intelectual. Este psicólogo cognitivo reconoce hasta ocho tipos diferentes de inteligencia (la lingüística, lógico-matemática, espacial, musical, corporal-kinestésica, interpersonal, intrapersonal y naturalista).

Muchas veces, de la mano de estás capacidades cognitivas excepcionales, también pueden surgir muchos desafíos; A menudo y desde la infancia, las personas con altas capacidades se sienten diferentes a los demás. Pueden experimentar sensaciones de falta de comprensión con sus iguales, y este sentimiento de desconexión puede llevarlos a experimentar sentimientos de soledad e inadecuación desde que son pequeños.

El proceso de aceptación y descubrimiento de las altas capacidades también puede ser complicado puesto que muchas veces, y especialmente a partir de que se realiza el diagnóstico, las expectativas externas e internas aumentan. Se comienza a esperar que estas personas sean capaces de todo, que no cometan fallos, en definitiva, que sobresalgan en cada aspecto de su vida. Estas expectativas pueden repercutir muy negativamente en el bienestar emocional de la persona, llegando incluso a afectar a su autoestima

Además, muchas veces las personas con altas capacidades perciben muy intensamente sus emociones, por lo que cuando no existe una adecuada gestión y comunicación emocional, tienden a vivirlas como abrumadoras e incontroladas, lo que a su vez muchas veces les lleva a intentar evitarlas y no conectar con ellas, lo que también puede repercutir en un malestar emocional a largo plazo y a sensaciones de aislamiento y soledad.

Es muy importante reconocer que cada persona de altas capacidades es única y diferente a los demás, cada uno tiene sus propios logros y desafíos, percepciones y dificultades, por lo que hay que intenCtar ver a cada persona de manera holística e integrada.


El trabajo terapéutico con personas de altas capacidades implica reconocer y abordar sus necesidades emocionales y cognitivas únicas. Esto puede incluir técnicas para gestionar el perfeccionismo, la intensidad emocional y la autoestima, entre otras. Es fundamental ofrecer un espacio seguro donde puedan explorar y comprender sus emociones, así como desarrollar estrategias para enfrentar los desafíos asociados con sus capacidades.

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